martes, 9 de noviembre de 2010

Criando malvas



_Tranquila...

_Me duele

_Sabes que lleva su tiempo, se te pasará.

_Pero es que me duele mucho... muchísimo.

_Sólo tienes que tener paciencia, las cosas iran... ¡eh! ¿a dónde vas? ¡Espera!

Salió corriendo.
Pasaron horas, pasaron días y semanas. Por fin, cansada de andar y agotada por el dolor se derrumbó junto a un riachuelo. Los árboles del bosque observaban la escena como burlándose, cubiertos por un cielo gris que amenazaba tormenta.

Logró incorporar su cuerpo lo justo para buscar en el bolsillo su bote de pastillas. Lo abrió con torpeza, tanta que todas las pastillas cayeron sobre la hierba. No podía soportar aquel dolor... punzante, intermitente y que le hacía respirar a trompicones. No tenía lágrimas pero aun así intentó llorar, gritó, se arañó los brazos, se arrancó mechones de pelo con sus propias manos, pero aquello no paraba. Comenzó a llover muchísimo.

Desesperada se metió la mano en la boca, tenía que pararlo como fuera. Notó que algo palpitante rozaba la yema de sus dedos, lo agarró y tiró con fuerza. Pudo ver como su propio corazón latía acelerado dentro de su mano, cubierta de sangre. Le clavó las uñas y lo destrozó, lo apretó entre sus dedos y se deshizo formando una pasta grumosa que resbaló por su antebrazo.

No se acordaba de cuando fue la última vez que había pestañeado. La lluvía, helada, había mojado todo su cuerpo que temblaba como nunca. Por fin cayó al río.

Lo último que pudo ver fue su sangre fundiendose con el agua, ondeando río abajo.

...

Fotografía y texto:
Irgala Miserere

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9DeulCwfPLNxJc3M4av928YOE3Y9iDs1cDQDklK91t-NJ1Kdw-qFvn_S4Zq6NzlGWcK-q-xa3vpLMWgi0G3ujgIL7sucA3sESpfkLvBAQqiQQKWtuA9j1NAtj-PSYC-qzRXL_xt2WGJPx/s320/m_lower_2000%5B1%5D.gif

0 Cacahuetes: